Banderas al viento

Por Vicente Oria Razo

                   Desde hace más de 50 años se han difundió ideas grotescas y denigrantes contra los maestros y la educación de México. Algunos charlatanes y merolicos en los años setentas dejaron los caminos polvorientos y en buen número se refugiaron en diversos espacios del sector educativo del país para sentar plaza como investigadores y expertos en educación. Han alcanzado mucha presencia en foros y dependencias del sistema educativo.

                   Los charlatanes de la educación con fines obscuros combaten a las escuelas públicas y denigran a sus maestros. Sus opiniones y prédicas se difunden con fines confusos. Se supone que su objetivo oculto es el de lograr que se desintegre el sistema de educación pública para que toda se convierta en privada. Con sus ideas neoliberales anacrónicas pretenden lograr que se transformen en ganancias particulares las inversiones en la educación oficiales y de la sociedad.

                   
En los últimos días han alcanzado amplia difusión informes y comentarios amañados sobre los maestros. La información de la Secretaría de Educación Pública sesgada sobre el examen de concurso para contratar a maestros de educación básica fue mal interpretada. Se dice que siete de cada diez profesores reprobaron el examen y tendrán que regresar a las aulas a prepararse mejor. Se afirma que no tienen capacidad para ocupar una plaza en las escuelas públicas.

                   El secretario de Educación Pública Alonso Lujambio aclaró que el examen a los maestros que concursaron para obtener una plaza no es para reprobar. Es para seleccionar a los que se les puede otorgar el empleo. De acuerdo con datos proporcionados por el titular de la SEP Lujambio se necesitaban 24 mil maestros y 123 mil presentaron el examen.

                   En primer lugar habría que poner en duda la tendencia de los exámenes que se aplicaron a los maestros. Seguramente están destinados a reprobar. Si esos exámenes se aplicaran a los licenciados, contadores, ingenieros o profesionistas de cualquier tipo, seguramente que los resultados serían los mismos en promedio a los que obtuvieron los maestros. El experimento ya se ha hecho. Pablo Latapí y Gilberto Guevara Niebla afirman que México es un país de reprobados porque  en una evaluación a la sociedad los resultados son de 3.8 en promedio.

                  El hombre conocido como el más culto que tuvo México en el siglo pasado fue don Jaime Torres Bodet. Fue dos veces secretario de Educación Pública y una secretario de Relaciones Exteriores. Fue el fundador y primer director general de la UNESCO. Cuando revisó las baterías de un examen para ingresar a bachillerato comentó: Si ese examen me lo aplican a mí seguramente me reprueban. Igualmente se puede afirmar que si el examen que aplicaron a los maestros lo contesta Josefina Vázquez Mota, lo reprueba.

                   Lo cierto es que el magisterio mexicano ha alcanzado reconocimiento internacional por su emoción educadora, por su entrega a las mejores causas de la nación y por su patriotismo. Con mucha razón se habla de la hazaña educativa mexicana y de los maestros como sus más sólidos pilares. Se entregaron en cuerpo y alma a educar, a promover la democracia, la libertad fraternal, el respeto a la dignidad humana y a difundir ideas de justicia social.         

                   Uno de los grandes educadores mexicanos del siglo pasado fue don Luís Álvarez Barret. Con mucho conocimiento de la realidad educativa nacional afirmaba que el 90 por ciento de los maestros mexicanos son de buena calidad y sólo un pequeño 10 por ciento de los profesores de origen normalista son más o menos malos. Esa apreciación es más cierta que la que difunden los medios de comunicación sobre el bajo nivel cultural del maestro mexicano.

                   El maestro normalista se ha formado dentro de la ideología patriótica, democrática y nacionalista contenida en el Artículo Tercero Constitucional. Sabe y enseña que la democracia, la libertad, el respeto a la dignidad humana y la formación de un estado laico, se han vinculado íntimamente al proceso histórico para modernizar a la nación y emancipar a los mexicanos de toda opresión intolerante. Ha sembrado patriotismo para que la nación coseche soberanía.